Confianza: lo que te diría un bebé si pudiera hablar.

En este blog no soy muy de contar mi vida personal, suele quedar más para Los Mundos de Josete, o solía, pero hoy es día de ello. Hoy romperé esa norma para hablar de confianza.

Que fui padre en marzo no es algo que haya hecho muy público, y yo soy así de pudoroso, de receloso. Cuando digo esto me refiero a que no he hecho excesivos anuncios en redes sociales o en otros lugares de peregrinación del siglo XXI.

Os dejo los comentarios para la parte de convencionalismos y de dar la enhorabuena. Pero no, no habrá fotos del pequeño. Lo importante es que hoy vengo a contar una anécdota relacionada con un bebé.

Explotando a bebés para los blogs.

Podéis pensar que tirar de mi hijo para contar una historia en este blog es explotación de menores. Nada más lejos. Es inspiración. Pura y dura.

Porque si algo tiene un bebé es que es una fuente inagotable de anécdotas (y esto ha sonado y es una verdad absoluta).

Ángel es un trozo de pan, tiene sus ratos, como todos, pero lo es.

Y lo mejor es que cada día podría escribir un texto en base a sus anécdotas, sus risas, sus llantos, sus «monadas».

No lo descartéis.

No es mi idea convertirme en influencer de tres al cuarto gracias a mi hijo. Que me falte tiempo para escribir no es óbice para tirar de niños, creo que en eso estamos casi todos de acuerdo.

El sueño recurrente de la caída.

Me pasa mucho que estoy durmiendo y siento que caigo. O que me falta un peldaño. Creo que no soy el único.

Te despiertas sobresaltado.

A los niños se les hacen bromas con este tipo de caídas. Los coges en brazos, haces como que les dejas caer tras levantarlos y se asustan pero se ríen.

Ángel todavía no sabe lo que es caer, se asusta por ruidos pero no porque juegues con él a simular que cae al vacío.

Su confianza está intacta. Por supuesto, no es consciente de la suerte que tiene. Algún susto debido a ruidos, pero poco más.

Confianza. 4 sílabas.

La mayor parte del tiempo que empleamos en nuestro día a día basamos nuestras acciones en la confianza. Bien sea en la confianza en uno mismo o en la confianza en los demás. El primero de los supuestos no lo vamos a abordar hoy en profundidad.

La banca se basa en la confianza, las relaciones personales se basan en la confianza, los negocios, la política, la amistad.

Qué no se basa en la confianza.

Como he dicho, el niño, cuando está en brazos, aún no tiene miedo de caer. No ha superado ese punto porque no ha perdido esa confianza, y no la ha perdido porque no ha caído.

Cuando no has tropezado es difícil dudar de la confianza. No la has perdido previamente.

Para él es difícil pensar que algo va a salir mal.

No sabe todavía que el mundo es injusto, que la vida es dura, que los negocios exigen, que ser un buen profesional a veces significa ser íntegro y renunciar a beneficios fáciles y rápidos. Que la confianza va de coherencia, de respeto, de transparencia, de honestidad, de asertividad y de muchas cosas más.

Ojalá todos pudiéramos ser tan limpios y transparentes como un bebé. Hasta para decirle a la cara a un cliente, a un compañero, a un proveedor: la confianza se ha visto afectada.

Con educación, que nos conocemos.

Parece una canción de Perales, pero en un mundo como el nuestro, poder confiar es una maravilla. Y cuando alguien te ofrece esa confianza te está brindando uno de los mayores tesoros.

La confianza rota.

Desperdiciar la confianza, echarla a perder, es un lujo que uno no se debe permitir. Que un bebé la pierda es cuestión de tiempo, es ley de vida. En el caso de Ángel, esperemos que de bastante tiempo. Será su primer desengaño, pero seguirá siendo inocente durante algún tiempo más.

Para nosotros, los adultos, suele suponer un antes y un después. O eso o eres la Madre Teresa de Calcuta.

Aún en el segundo de los casos, es difícil que una relación personal, laboral, de negocios, no se resienta. Hay un punto de no retorno en los negocios cuando alguien rompe tu confianza. Ya no vas a mirar a la cara a esa persona/ empresa de la misma manera.

Va a ser más difícil seguir trabajando juntos.

Pablo Neruda, en uno de sus poemas más universales decía

"Es tan corto el amor y tan largo el olvido."

Pues con la confianza pasaría como con el amor, es más, en el amor la confianza es fundamental, y por ende en las amistades. Una vez la confianza se rompe es muy difícil de recuperar.

En esta bitácora no hemos venido a hablar de sentimientos, no está en mi ánimo. Pero entre adultos, y entre niños también, la confianza quebrada es una suerte del famoso tempus fugit de Virgilio. No porque la confianza vuele, sino porque cuando vuela se va con una velocidad muy similar al modo en el que el tiempo se escapa entre nuestras manos.

El cortoplacismo lejos para edificar desde la confianza

Personalmente no llevo muy que alguien quiera ganarse mi confanza sin aportar nada, con apenas conexión o trabajo. No es que tenga que trabajarla él o ella, es que es cosa de ambos. Y además es algo que no se puede imponer ni forzar.

En lo relativo a la confianza, las cosas no se deben forzar, , y pese a que estemos en una sociedad competitiva, donde sólo parecen importar los resultados inmediatos, e

Debe haber una buena predisposición por ambas partes. Aunque estemos en una sociedad tan competitiva, no corren malos tiempos para la confianza. Internet nos regala aspectos tan comunes en nuestros días como las reseñas y opiniones vertidas.

Encontrar a alguien que «raje» de otro alguien tampoco es difícil. Por ello hay que tener espíritu crítico, el suficiente como para no dejarse llevar por una o dos opiniones. Piensa que normalmente quien primero acude a internet a verter sus opiniones son familiares y haters. El ying y el yang de la objetividad.

El caso es que, la confianza puede ser antes o después de la desconfianza. Las experiencias previas o el carácter de cada uno condicionará si fue antes el huevo o la gallina. Pero, mi humilde consejo, es que se empiece por la confianza como paso previo. Con actitudes de desconfianza no se construye.

Otro aspecto claro es que con el tiempo las relaciones de confianza se afianzan, se refuerzan. A más tiempo juntos trabajando mejores deben ser los niveles de confianza.

No podemos volver a ser niños, pero sí trabajar por granjear la confianza y, sobre todo, para no perder la que tenemos. Sea en el terreno personal o laboral/ profesional.

Para acabar esta humilde reflexión sobre la confianza es bueno recordar la frase del gran Stephen R. Covey, autor del libro «Los 7 hábitos de la gente realmente efectiva»:

«Cuando la confianza es alta, la comunicación es fácil, instantánea y efectiva».

Para acabar esta humilde reflexión sobre la confianza es bueno recordar la frase del gran Stephen R. Covey

2 comentarios en «Confianza: lo que te diría un bebé si pudiera hablar.»

  1. ¡¡¡Enhorabuena por tu paternidad!!! Ser padre es una experiencia maravillosa. El post genial, también te felicito por ello. Un abrazo

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