El cuento del bambú japonés. O por qué no deberías dejar de perseverar.

Con la edad perdemos la capacidad de asombro, no me voy a volver a poner a hablar de niños otra vez. Pero hay una historia, una fábula, que me tiene fascinado desde la primera vez que la escuché. Se trata del cuento del bambú japonés. Es una fábula que no se debe confundir con el cuento del cortador de bambú, y es magnífica para momentos en los que sientes que tu proyecto, de la índole que sea, no avanza. Un mensaje claro sobre por qué no deberías dejar de perseverar.

Si eres de los que este tipo de fábulas o enseñanzas no te atraen quizás esta entrada te decepcione. 

Siempre puedes ponerte a ver ficciones en Netflix, que son las fábulas del siglo XXI, pero no te prometo que te vayan a hacer pensar.

En qué consiste el cuento del bambú japonés.

Cuando hablamos en términos de enseñanza de tipo moral, o de fábula, el cuento del bambú japonés no trata tanto de un cuento sino de una historia. Estamos ante un símil que es fantástico para esos momentos en los que tienes ganas de tirar la toalla porque sientes que no avanzas.

El bambú japonés, la famosa especie vegetal Phyllostachys aurea, presenta una curiosa manera de crecer. 

Y no, no es que crezca hacia los lados, o que haga luces de colores. Desde que se siembra la semilla pueden pasar años sin que se aprecie mucho sobre ella. 

Más bien, parece que allí no vayan a crecer ni malas hierbas.

En Japón Phyllostachys aurea es una planta común e icónica. Quienes la cultivan, y hoy no hemos venido a hablar de agricultura, saben que por mucho riego, por mucho abono, por mucha prisa, la planta no va a crecer.

Van a pasar años hasta que alcance la altura máxima.

Sin embargo, su crecimiento no es constante. El bambú tiene una particularidad: puede estar hasta 7 años sin dar señales de vida. 

Como tu ex.

De repente, cuando lo des todo por perdido, si es que eres un neófito en materia de bambús, o no has leído esta entrada, donde hubo una semilla crecerá un vigoroso tallo y en 6 semanas, no es exacto, alcanza la altura máxima a la que llega Phyllostachys aurea.

6 semanas.

7 años sin ver resultados y en 6 semanas todo estalla, para bien. 

Imagina que te da por arar la tierra a los 6 años, o a los 5, o a los 6 años y 7 meses. Que te rindes a semanas de esa “eclosión” de bambú. Es como salir del cine antes del desenlace. 

Tu proyecto puede ser tu bambú, sólo si perseveras.

A veces, no vemos todo lo avanzado. 

Es difícil emprender, nadie lo sabe hasta que lo sufre en sus carnes. Pero es más difícil sentir que no creces, que el bambú japonés aún no es visible. Quieres creer que va a crecer en cualquier momento. Incluso puede que te encuentres a las puertas de lograrlo y no creas que la planta va a crecer. 

Los proyectos, los cambios, las casas, las reformas, las webs, las tesis doctorales, las mudanzas, los estudios científicos. Tantos ejemplos…

Son ejemplos de situaciones en las que puede que vivas la misma situación que un bambú. 

Arrancar una página web, por poner un ejemplo, no deja de ser un proyecto y está lleno de pequeños detalles, flecos, que pueden convertir un “Ya casi está” en un “Esto no se acaba jamás”.

Lo he probado en carne propia, varias veces, pero todo pasa. Lo importante es lograrlo.

Si tienes un proyecto, y tu idea es clara, la paciencia y la perseverancia juegan de tu lado.

El objetivo es ver eclosionar al bambú en su parte aérea. Que se vea desde lejos de lo grande que es, que esas 6 semanas han sido el show final tras 7 años de trabajo en la oscuridad, en silencio. 

Ni siquiera importa el tamaño, siento quitaros la ilusión, lo importante es que crezca sano y fuerte.

Recordadme esto la próxima vez que dude.

Quien os escribe también tiene días malos, días raros, también duda si seguir, si tirar la toalla, si enviar a paseo alguno (o todos) de los fandangos en los que siempre ando metido.

Cuando desfallezca, porque consejos vendo, recordadme y recordad estas 5 cosas:

  1. Elimina barreras mentales.
  2. Deja de esperar milagros por parte del abono, del riego. El proceso es el que es, a veces no hay atajos. 
  3. Ten presente que el bambú luego crece muy rápido y con fuerza. El éxito puede estar a escasas 6 semanas.
  4. Mientras tanto, que tus hábitos, que tu constancia, sean tu riego y tu abono. Y trátate bien, permítete caer.
  5. Cuando el ejemplar de Phyllostachys aurea despunte todo el sacrificio cobrará sentido. Todo, lo bueno y lo malo.

Tips sobre el cuento del bambú japonés para cuñados.

Para cerrar, me gustaría lanzar una cuestión al aire. 

El análisis fácil, el de la barra del bar, nos lleva a pensar que el bambú crece en 6 semanas, los años previos no se ven.

Por eso, cuando alguien alcanza el éxito, suele hacerme gracia que se diga “Qué suerte ha tenido”. 

Nadie se suele acordar de la paciencia, del tesón y del trabajo de quien trabajó 7 largos años confiando en la semilla del bambú japonés.

Pocos ven el esfuerzo que supone, a nivel mental, estar años preparando unos Juegos Olímpicos, una oposición o tratando de abrir un negocio. Pero todos nos calentamos alguna vez y opinamos sobre ello.

El bambú es muy preciado en parte por el trabajo que lleva lograr su crecimiento. Tu empresa, tu proyecto, tu sueño, también lo es. 

Encuentra tu bambú y trabaja en ello.

La perseverancia es la virtud por la cual todas las otras virtudes dan su fruto.

Arturo Graf (1848-1913) Escritor y poeta italiano.

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