Vivimos tiempos de estupidez e inmediatez. No sabría definir el orden. Pero las formas importan.
Hoy podría escribir de cualquier otro tema, pero traigo algo “importante” a cuenta de una serie. Habrá quien diga que son “el opio” de nuestra década.
Me encanta Billions, no sólo a mí, es una serie galardonada en los premios Emmy® y Golden Globe®. Además de ser una serie con ritmo, intrigas y personajes carismáticos, hay inversiones financieras, empresarios feroces, gente ambiciosa y grandes actores. Los principales son el multimillonario y tiburón de bolsa, Bobby Axelrod (Damian Lewis) y el fiscal Chuck Rhoades (Paul Giamatti). Enemigos íntimos, ambos.
No me voy a poner a hablar de la serie. Os animo a verla.
Para leer y entender lo que quiero decir hoy puedes verla o no. No vengo a hacer apología ni a escribir una crítica.
Esta entrada va de aprender que las formas importan. Puedes querer crecer o ser un mediocre. (Ver la serie no garantiza ninguna de las dos opciones).
Y esto no va de espíritu de superación, porque ellos se quieren superar y crecer a cualquier precio. Va de lograr cosas.
Opportunity Zone. El capítulo que sí te voy a contar.
En Billions todos lo quieren todo. A cualquier precio. En este episodio hay una zona de oportunidad, algo así como una recalificación de suelo en el barrio marginal de Yonkers.
Los magnates, o los aprovechados, huelen la oportunidad.
A la remodelación del barrio concurren 3 ofertas que debe evaluar una especie de Junta de distrito. El comité lo conforman autoridades locales y expertos que tomarán la decisión tras ser expuestos los planes en audiencia pública.
Al concurso público se presentan 3 candidatos:
- El padre de Chuck Rhoades, Chuck Rhoades Sr. Un viejo verde pasado de rosca. Un ex fiscal, un jeta, un anciano sin escrúpulos que coacciona a su hijo para lograr una recalificación pero que suele acabar avergonzándole.
- Michael Prince, el yerno perfecto y nuevo rival de Axelrod por la supremacía de los millonarios. Compiten por comprar obras de arte, por invertir, por una silla en un consejo de administración o por lograr más inversores para sus fondos.
- El propio Axelrod. Ou yeah, el ídolo de la afición. Uno de los protagonistas principales. Sólo hay un detalle. Bobby Axelrod nació y se crió allí. No en una familia acaudalada, todo lo contrario. Su padre le amargó la juventud.
Todo muy americano.
La presentación de proyectos.
Chuck Rhoades padre hace una presentación bastante desastrosa. Al jurado le parece grotesca la puesta en escena del padre del fiscal del distrito. Por mucho que él piense que tiene las de ganar, el “viejo” no tiene nada que hacer. Si las formas importan en el caso del viejo Rhoades importan para mal.
Llegado el turno de Michael Prince realiza una exposición muy racional, cargada de datos, de experiencias previas. Expertos en urbanismo, gente de otros barrios que se beneficiaron de propuestas análogas por parte de habitantes de otros barrios en los que se realizaron actuaciones similares y que se vieron beneficiados por el modelo que el magnate propone.
Impecable. Un 10. Yo pensaba que lo ganaba de calle
Llegó el momento Axelrod.
“Axe” había estado visitando su antigua casa, y jugando con Savion Williams, el pequeño adolescente de origen afroamericano que vive allí con su madre y su familia.
Tomó al niño, pidió a todos que le acompañaran al exterior de la sala donde se estaba celebrando la exposición de proyectos.
El hijo pródigo regresó, forrado, pero tras una apariencia de humildad.
Y se puso a rememorar cómo era el barrio antaño, el lugar donde iba a gastar su exigua paga, con quién jugaba.
Había hasta un antiguo amigo. Un antiguo amigo humilde, pringado, y él forradísimo. Un tiburón de Wall Street recordando viejos tiempos con mediocres.
¿Tan bueno es Bobby Axelrod cuando se trata de grandilocuencia?
El magnate puso su corazón y su alma en hablar de revitalizar su antiguo vecindario, o “tierras ancestrales”, como dice en su alocución.
¿Era sincero?
No.
Pero el resto sí le creyeron, porque él se lo creyó. Tú también te lo puedes creer. A mí no me convenció.
La clave de su éxito radica en que él sí creyó ser sincero, y no solo porque gritó a Ricky’s Clam House. En ese momento, estaba jugando para ganar, lo que significa que haría lo que fuera necesario para asegurar ese trato
En el capítulo anterior Axe dio un discurso ante jóvenes privilegiados: «La codicia es buena». Si queríais caldo, dos tazas.
Huelga decir que Bobby Axelrode acaba ganando el concurso para la zona de oportunidad.
El propio Prince, con sus cientos de millones de dólares no logró evitar la derrota. Sus datos no sirvieron de mucho. Él comprendió perfectamente por dónde iban los tiros.

El relato lo es todo. Va a ser que las formas importan.
El relato y la puesta en escena son media victoria.
Conozco a gente con mentes brillantes que no llegaron a más por tener unas dotes comunicativas limitadas.
He estado involucrado en proyectos mucho mejores que otros que han tenido en mayor repercusión y que no llegaron tan lejos por la puesta en escena. Todo por el relato, por el storytelling, que dirían los gurús del marketing. Las formas importan, puedes estar más o menos de acuerdo, a mí me costó, pero es así.
En cualquier cosa que hagas vigila quién es Michael Prince y quién es Axelrod. Porque se te puede quedar cara de Michael Prince (pero sin su cuenta corriente).
Una visita comercial, alguien que te “ofrece” su ayuda, hay Bobby Alxeldrod por doquier.
Pero quizás sea mejor que trabajes tu relato, que elabores una puesta en escena que seas capaz de mantener y llevar a cabo.
No seré yo quien abogue por el mucho ruido y pocas nueces. Aunque por desgracia, en este mundo de “postureo” tanto o más que la propuesta de valor que hay detras de lo que quieres transmitir.
Sin embargo, con el tiempo, me he dado cuenta de que el ruido ayuda a las nueces. El relato, la puñetera puesta en escena, sí son importantes. Así que dentro de ese parar, pensar y planificar deberías ir teniendo en cuenta cómo vas a poner en escena ese plan.